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How I Met Your Mother y un final poco valiente

How I Met Your Mother y un final poco valiente

Un final de serie no es cualquier cosa. Menos aún el final de una serie que duró 9 temporadas y que tiene fans devotísimos alrededor de todo el planeta. Hubo quienes la llamaron “la nueva Friends”, pero luego de este pobrísima temporada en general y esta finale sin sabor en particular, eso puede considerarse una herejía.

El final de How I Met Your Mother fue decepcionante. No fue bueno, no fue horrendo: tuvo gusto a poco y fue muy, muy mentiroso. Si desmenuzamos con cuidado el título, no es muy complicado entender de qué la iba la serie de Carter&Bays. Un tipo, que ronda los 50, le cuenta a sus hijos adolescentes cómo conoció a su mamá. Lo cual no es más que una excusa para narrar las aventuras de Ted Mosby y su grupo de amigos en New York, durante la década del ’00. En teoría.

Párrafo aparte para Ted Mosby. Para protagonista, resultó ser el menos carismático de todos. Ahí ya tenemos –in my opinion– un gran problema. Si la masa empatiza mucho más con el séquito que con el protagonista en sí, algo falla en la narrativa o en la elección del actor principal. Creo que no me equivoco si digo que la mayoría de nosotros terminamos disfrutando más del multifacético Barney Stinson de Neil Patrick Harris, del colgado y tierno Marshall, de la chapita de Lily que del Ted de (y googleo, porque no recuerdo su nombre) Josh Radnor. Eso. Josh Radnor. Te la regalo encabezar un elenco en el que todos los demás tienen más chispa y gracias que vos. Pero un aplauso por el esfuerzo, Josh.

Siendo que la serie trataba de cómo este buen hombre conoció a la madre de sus hijos, la lógica era que tuviéramos un tiempo para asimilar, entender y hasta querer a esa madre que no se nos enseño sino hasta el final de la octava (!) temporada. Mientras tanto, debimos soportar que Ted fuera tras Robin -a quien solo puedo definir como la más arenosa de las manzanas– una y otra vez, dejando la dignidad y el amor propio de lado. ¿Cómo vamos a creer que la madre de los niños fue el amor de la vida de Ted, si al final con la que se terminó quedando y siempre se quiso quedar, fue con Robin? Ahí considero que hubo una ruptura del pacto tácito que existe entre los que hacen las series y los televidentes.

No voy a decir que no me gustan las vueltas de tuerca, los finales inesperados, porque no es así. Siempre y cuando tengan razón de ser en la historia, bienvenidos sean. Pero hay una línea, y la dibujo acá. Si lo que querían contar era la historia de amor de Ted y Robin, una historia que superaría la lealtad, la amistad y la muerte, pues hubieran elegido otro título. Porque el que le encaja a esto que vi es “Cómo conocí a su madre pero en realidad siempre estuve enamorado de Robin y ahora que ella es divorciada y yo viudo por fin podemos estar juntos sin culpa”.

Otro párrafo aparte. Hace semanas que se viene sabiendo en Internet y en las páginas especializadas en series que todo el cuento de Ted a los hijos es porque la madre está muerta. Si tanto secreto había con el final que habían grabado los hijos hace 9 años (porque ese detalle estuvo bien) y se mantuvo bajo 38 llaves, 5 candados y un perro de tres cabezas. Si hicieron firmar contratos de confidencialidad hasta a la señora que limpia los baños en el estudio. Si… ¿Cómo es que todos nos vimos venir que la madre ya no estaba en el panorama? O filtración o exceso de obviedad. Las dos cosas, totalmente previsibles. Si no querés que se te escape un spoiler, cuesta pero se puede. Si no, pregúntenle a los de The Good Wife con la muerte de Will.

Lo que más me indigna es que me siento estafada en mi buena fe de seguidora. La temporada completa giró en torno de un acontecimiento -la boda entre Robin y Barney- que al final, no tuvo nada que ver con el resultado final. Robin y Barney duraron juntos nada (lo que sabíamos que iba a pasar), ambos volvieron a sus vidas de antes sin haber aprendido nada de lo que les pasó, mientras Ted ya tenía en casa a su “alma gemela”, criaba hijos y era feliz. O eso nos hicieron creer. Porque la historia de amor entre Ted y Robin no se trata de “destiempo”, sino de realmente no saber qué querés en la vida ni por qué elegís lo que elegís. Más fácil aún, es la histeria que marca estos tiempos, nuestros tiempos. El miedo a que lo que va a venir pueda ser mejor no nos deja vivir el hoy de manera plena. Tal vez era el amor de mi vida, pero por ahí no, ¿y por qué malgastar tiempo con alguien a quien tal vez no amaré por siempre? Si cuando encontrás a «esa» persona, lo sabés, ¿por qué dejarla pasar, como hizo Ted con Robin? ¿Por qué pensar que su persona era esa otra? Ese es el mensaje que recojo de HIMYM.

Lo que sí me gusto, y al fin y al cabo es lo que me gustó siempre, es el final de Marshall y Lily. Esa es la pareja de la serie. Ellos son los que realmente aprendieron qué es estar en pareja, crecer juntos y amar más allá de las falencias del otro. Marshall y Lily superaron adversidades, conflictos profesionales y personales -el episodio de la muerte del padre de Marshall es uno de los mejores, lejos-, y aún así, conformaron una familia real y feliz.

 Solo diré, a modo de conclusión, que HIMYM fue una buena comedia, un rato de distensión y unas cuantas risas. Ni por asomo es una de las grandes, menos aún tuvo un final de fanfarria. Pero, como leí en una página por ahí en estos días, no todas las series están destinadas a ser la serie de nuestra vida, y eso está bien.

Por Leticia Bellini

bellini.leticia@revistatoma5.com.ar

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Sebastián Espíndola

Director y editor de @RevistaToma5. Vanguardista de casi nada, pero consumidor de casi todos. De chico quería ser detective privado.