En la segunda entrega de esto que he dado en llamar «qué onda los fríticas de series», tendremos los finales de temporada de Nashville, Hannibal, The Blacklist, y The Big Bang Theory.
Nashville. 2×22 «On The Other Hand»
Nashville es muy despareja, lo cual es común que pase en las series de temporada larga. Es casi imposible sostener una serie durante tantos episodios sin meter rellenos, tramas que nacen para morir y con personajes intrascendentes que, se nota, son de cotillón. Esta serie no se caracteriza por tener un balance entre historias principales y secundarias, porque o son lo todo o no son nada.
Rayna James (Connie Britton) está de nuevo en una encrucijada entre dos hombres. Ya no se trata de su marido, sino de su nuevo novio, cantante mega exitosos como ella y el eterno Deacon (Charles Esten). Siempre Deacon dando vueltas, ya sea sobrio o borracho. Ante la propuesta de matrimonio de Luke (Will Chase) en pleno escenario, Rayne dice que sí ante una audiencia de miles de personas, incluidas sus hijas y sus dos ex. Como la pobre no gana para disgustos, recibe una segunda propuesta, esta vez de parte de Deacon, quien la besa (sin que ella preste oposición) y le da el anillo que le diera hace como 15 años y ella rechazara porque borracho y violento, no.
La otrora contraparte y ahora socia y amiga de Rayna, la conflictiva Juliette Barnes (Hayden Panettiere) también tuvo su porción de bardo, ya que su novio se enteró de su infidelidad y la dejó. Nada le sale bien pobre chica, excepto que ahora sabe que lo más inteligente es aliarse a Rayna para evitar que su carrera (y su vida) termine de irse por el caño.
Los demás, intrascendencia pura con demasiados minutos de aire. Scarlett se dio cuenta que dejar de cantar le hizo bien y se amigó con Gunnar; Will finalmente confesó su homosexualidad a su flamante esposa y retomó las ideas suicidas (otra vez, basta, basta por favor de repetir historias) y no mucho más. No sé si continuaré con la tercera, solo lo haría por lo lindo de algunas canciones.
Hannibal. 2×13 «Mizumono»
A riesgo de ganarme algún que otro enemigo (o peor, perder lectores), tengo que decir que no quedé maravillada con el final de la segunda temporada de Hannibal. De por sí es una serie que me genera, para simplificar, dos grandes contradicciones. La primera: no logro terminar de identificar a Mads Mikkelsen como Hannibal Lecter. Lo veo y siento que tiene todo el potencial para ser un gran Lecter, pero la oportunidad nunca llega. Este Cánibal es fuerte, es osado, inteligente ni hablar. Pero el zezeo, el pelo mustio que parece sucio y los horribles trajes que usa me sacan de clima. La segunda: la estética es excepcional, la paleta de colores, los planos lentos y pausados. Todo es tan cuidado que en ese preciosismo, la historia a veces se pierde en reveses que no son del todo claros a nivel narrativo. Una cosa es que quieran darnos a entender el funcionamiento de la mente de Will (Hugh Dancy) a través de las imágenes oníricas, otra es que todo lo que pasa en esa mente se muestre de la misma manera.
La finale dio sangre a chorros, cortesía de los cuchillazos certeros del buen doctor, una verdad develada que casi era un grito (¡Abigail vive!), una sorpresa impensada (¡Bedelia está con Hannibal!) y muchas, muchas dudas de cara a la tercera temporada. ¿Vivirá alguien más, además de Will? La movida de matar a Jack Crawford (Laurence Fishburne), Alana Bloom (Caroline Dhavernas) y Abigail (Kasey Rohl), todo por el mismo precio, sería muy arriesgada. Me encantaría verlo, pero no creo que suceda. ¿Qué pasa con la señora del FBI que quería meter presos a nuestros héroes? ¿Es Will realmente un asesino? ¿Y los Verger? ¿Veremos a Mason planear su venganza?
Ya sin la espada de Damocles de la cancelación sobre su cabeza, Hannibal deberá enfrentarse en la próxima temporada a una vara que dejó más alta que al final de la primera.
The Blacklist. 2×22 «Berlin (Nº 8). Conclusion»
Lo que empezó como una versión aggiornada de «El silencio de los inocentes», hoy es una de las mejores series procedimentales en pantalla. No brilla por sus giros originales ni por tener un espectro de actorazos desfilando uno tras otro. El por qué de la relevancia de The Blacklist se llama James Spader. Raymond Reddington, la criatura de Spader, es inteligentísimo, pragmático, dotado de un sentido de la oportunidad que más de un político añoraría.
La finale giró en torno a la identidad y ubicación de Berlin, uno de los malos más malos (puesto 8 en la lista negra, ojo), que por lo visto quiere vengar la muerte de su hija. Y qué mejor forma de vengarse que lastimando a la que supone hija de su archienemigo. Berlin da por hecho (como todos, más con la reveladora imagen del último segundo) que la agente Keen (Megan Boone) es hija de Red. Sino, no se explica que haya hecho casar a uno de los suyos con la piba en cuestión.
No creo que nos sorprendamos demasiado con el retorno de The Blacklist, pero qué placer va a ser volver a escuchar a Red.
The Big Bang Theory. 7×24 «The Status Quo Combustion»
Bien lo dice el título: el statu quo de TBBT se ve completamente subvertido ante el inminente matrimonio entre Leonard (Johnny Galecki) y Penny (Kaley Cuoco), el incendio del local de cómics de Stuart (Kevin Sussman) y su nuevo trabajo como enfermero de la madre de Howard (Simon Helberg), la relación de casi-noviazgo de Raj (Kunnal Nayyar) con la chica coloradita y el cambio de disciplina de Sheldon (Jim Parsons), que no le gusta para nada a la gente de la universidad y no lo va a bancar en la búsqueda de una nueva.
Hace rato que veo TBBT como descompresión. Tanto dramón, tanto serial killer hace que necesite tener un par de series para no pensar mucho, que no requieran demasiado de mi sensibilidad. Ese lugar ocupa TBBT y por eso no prentendo más de ella que un par de risas y referencias pop por episodio. No soy de las que opinan que la serie murió al ingresar las mujeres (hey, me gustan mucho más Amy y Bernardette que Leonard y Raj). Pero sí opino que la serie está desgastada y que a veces, los mismos chistes repetidos en loop ya cansan.
Dado que sabemos hace rato que habrá, al menos, tres temporadas más, resta esperar bebés, alguna separación, algunas primeras veces.
En la próxima y última entrega, será el turno de Criminal Minds, Mad Men y alguna más con la que llegue a ponerme a tiro para la semana próxima.
Por Leticia Bellini
bellini.leticia@revistatoma5.com.ar
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