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«Doctor Who»: tu cara me suena

«Doctor Who»: tu cara me suena

Hay algunas sensaciones instransferibles dentro de cada comunidad de fans. En la de Doctor Who, concretamente, cada cierta cantidad de años se da una linda paradoja: ver por primera vez a un actor y tener ganas de decirle “¡al fin volviste! Te extrañé”. Ese sentimiento de cariño y desconocimiento ocurre cada vez que el Doctor cambia de rostro. Para los no iniciados va la aclaración pertinente. El Doctor, protagonista de la serie, es un alienígena que viaja en el tiempo y cada cierto tiempo se regenera dentro de la ficción y pasa a ser interpretado por un nuevo actor. Sin embargo, el personaje se mantiene. Su carácter cambia pero algo más fuerte, en el fondo, hace que lo reconozcamos como el mismo hombre. La decisión fue que “Deep Breath”, el capítulo introductorio para el Doctor de Peter Capaldi, tratara justamente sobre eso. El ser y no ser el mismo. Encontrar en este viejo flacucho, cascarrabias y escocés a los once anteriores.

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La manera de que ese sentimiento se presentara se dio a través de la compañera del Doctor. Una vez más, como allá lejos y hace tiempo hicieran en el espisodio “Rose” (2005), fue la joven e inexperta compañera de aventuras del Doctor quien formuló todas las dudas y temores de quienes meses atrás descubrimos quién sería el heredero del joven Matt Smith (último actor en interpretar al personaje). Clara Oswald (Jenna Coleman) durante buena parte de este episodio miró a Capaldi y no pudo ver a su amigo. Eso, quizás, terminó siendo el arma de doble filo que presentaron estos primeros 76 minutos de la octava temporada. Al principio, la reacción de Clara era comprensible, pero lentamente su resistencia a confiar y querer al nuevo Doctor comenzó a ser irritante. Es que Capaldi gusta rápido, convence, envuelve.

El fandom, como siempre, está dividido. Hay quienes aman a Clara y quienes la odian. Quienes aman a Steven Moffatshowrunner de la serie y guionista de este episodio- y quienes lo odian. Sin embargo, Peter Capaldi gozó de una notoria aceptación. ¿Por qué una decisión arriesgada como subir de golpe la edad del protagonista resultó tan atinada? La respuesta, aunque algo trillada, quizás sea que Capaldi nació para ser el Doctor. O, mejor dicho, creció para ser el Doctor. Este actor de 52 años oriundo de Glasgow es, como buen británico, fanático de la serie desde la infancia. Entre ese niño que mandaba cartas a la revista Radio Times agradeciendo unos planos publicados para construir un Dalek y el señor que el domingo debutó por la pantalla de la BBC de todo el mundo, hubo una gran trayectoria en la televisión y el cine de Gran Bretaña. Entre sus 106 personajes de ficción existen dos que lo hicieron rozar proféticamente la serie de la que ahora es protagonista. En 2008 participó en un capítulo de DW y un año después en su spin-off, “Torchwood”, con un brillante papel en la también formidable tercera temporada de ese programa.
Son varios los casos de actores que tuvieron pequeñas participaciones y luego regresaron para interpretar grandes roles dentro del universo Who. Lo novedoso es que en “Deep Breath” por primera vez parecen estar a punto de hacerse cargo y, en un futuro, darle una explicación a semejante casualidad. ¿Por qué el nuevo Doctor es exactamente igual a aquel Caecilius en el capítulo dedicado a Pompeya? Para saberlo, por supuesto, habrá que esperar más.

Lo concreto es que Capaldi construyó un interesante nuevo Doctor, al principio abiertamente confundido y errático que, con el correr del episodio, fue dando muestras de lo que finalmente será. Nada parecido a lo que se había visto hasta ahora, al menos del 2005 para acá. Una gran apuesta.
El episodio, como carta de presentación, funcionó. Probablemente el nivel de expectativa no haya podido llenarse por completo, a veces es simplemente imposible. Fueron muchos los meses de espera y mucha la ansiedad concentrada en qué tendrá el nuevo para mostrarnos.
En función a lo que el capítulo pretendía, que era presentar un renovado aspecto y personalidad para el Doctor, probablemente no existan demasiadas objeciones. Doctor, fans. Fans, Doctor. En lo que al resto de la historia respecta, sí que hay planteos a tener en cuenta. Un argumento que sonaba conocido (en el último tramo se entendería por qué), antagonistas a los que les falta una vuelta de tuerca (chiste casi tan malo como esa forma poco original de cuestionar la poca originalidad), grandes personajes conocidos que estuvieron lejos de alcanzar su nivel promedio de genialidad y una companion que se enroscó en la reiteración infinita de un mantra.

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Pero del otro lado de los cuestionamientos, varios aciertos: buenos guiños al pasado y el futuro promisorio de la serie, un protagonista que impone presencia, buenos momentos de comedia -como el Doctor acostumbra cada vez que reencarna- y la aparición de alguien… sorpresiva y afilada como una flecha.

Fue sólo el primer paso de un nuevo Doctor. Habrá que respirar profundo y aguantar hasta el próximo capítulo.

Trailer 8×01 «Deep Breath»

Malena Baños Pozzati

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Sebastián Espíndola

Director y editor de @RevistaToma5. Vanguardista de casi nada, pero consumidor de casi todos. De chico quería ser detective privado.