Cuando leemos el titulo de la última película de Nicolas Cage nos imaginamos un film de proporciones épicas y una gran propuesta de cine catástrofe (gente corriendo para todos lados, fuego, muerte y mucha acción en medio de algún drama familiar). En algunas de estas cosas el film de Vic Armstrong cumple, pero la historia también ofrece algunos elementos más para que nuestro protagonista Ray (un piloto de avión que es testigo del inicio del Apocalipsis en pleno vuelo) sea el gran atractivo de esta producción.
Mientras el piloto Ray Steele se prepara para realizar uno de sus vuelos habituales, su hija Chloe (Cassi Thomson) conoce a Buck (Chad Michael Murray), un periodista famoso a quien admira en pleno proceso de embarque al vuelo tripulado por su padre. Una vez que nuestros protagonistas se encuentran en el aire, simplemente de la nada y en el momento menos esperado ciertas pasajeros se desvanecen en el aire en un parpadeo dejando solamente sus ropas y objetos personales. Nadie tiene idea de cómo o por qué ha sucedido este extraño fenómeno de escala mundial y, obviamente, no quedara mucho tiempo antes de que empiecen los verdaderos problemas, las conjeturas y la violencia.
A medida que avanza la trama, las explicaciones sobre este fenómeno se vuelven obvias y las razones que lo desatan son muy simples. Tampoco es que hubiese mucho para desarrollar, pero los guionistas del film podrían habérselas ingeniado un poco más para tratar de ofrecer algo más original partiendo de una idea que ya vimos hasta el hartazgo en la pantalla grande.
El angulo religioso es bastante sencillo, inocente y demasiado obvio desde que comienza la película. El guión por momentos es muy pobre y el apartado técnico no siempre está a la altura de las circunstancias. Tampoco ayudan las escenas rebuscadas e inesperadas que parecen producto más de un error de edición que otra cosa. Por ejemplo, tenemos una secuencia donde uno de los protagonistas está al borde de la muerte pero de repente atraviesa un punto de inflexión, acompañado con música de acción de fondo, y se retira sin grandes inconvenientes de una situación que en un principio era realmente complicada.
«El apocalípsis» es una película bastante decepcionante y el final no nos traerá ningún pensamiento sobre redimirnos ni tampoco un punto de vista que nos acerque de forma eficaz a la vida religiosa. Es una propuesta que ofrece algunas explosiones y varias secuencias que, con todos los clichés del genero catástrofe, terminan por construir un producto vacío con un final más que predecible.
Calificación:
Trailer:
Juan Santiago Garcia
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