Hablamos del séptimo arte como una expresión artística de magnitud inigualable e histórica que modificó las culturas del mundo con su sola existencia, pero nos es difícil generalizar sobre por qué el cine nos generó y nos genera tanta atracción y alegría a través de toda su historia.
Seguramente es tarea difícil recordar aquella primera vez en la que dentro de una sala de cine nos sentimos completamente felices adentrándonos en un mundo que no existe, o al cual no podamos acceder. Recrear todas esas sensaciones y emociones para hacernos participes de una experiencia inigualable podría definirse tranquilamente como la magia del cine.
Cuando llega el momento de dar los primeros pasos fuera de ese mundo de fantasía, se inicia el arduo camino de asimilar a nuestra realidad todo aquello que recibimos a través de una película. Hay veces que ese proceso está determinado por un mensaje, por un personaje, por una escena, por una situación, por un dialogo o simplemente por la experiencia en sí misma.
A nivel personal, lo que me ocurrió con “Gravedad” de Alfonso Cuarón, es que volví a experimentar, como si fuera la primera vez, esa magia del cine en proporciones inmensas. Logré emocionarme y quedar absolutamente feliz gracias a un proceso de interiorización que se desató por dos razones que, como cinéfilo y trabajador dentro de este ámbito, amo con locura: la convergencia entre la experiencia y el mensaje.
“Gravedad” es un exponente inigualable de lo mucho que el cine puede ofrecer al espectador dentro de una sala. Es un ejemplo perfecto y hermoso que te ofrece sentarte en una butaca para transformarte en un astronauta y experimentar en carne propia una de las experiencias más impactantes de la vida humana: viajar al espacio.
El apartado técnico de esta producción de Cuarón es inexplicable e intransmisible; su magnitud es inmensa y el resultado es simplemente cautivador. Desde los efectos visuales más realistas jamás vistos, una edición de sonido (pese a que en el espacio no hay ruido sino que existe la sensación de vacío) impactante y una fotografía de Emmanuel Lubezki que retrata de forma hermosa el espacio, “Gravedad” tiene todo los ingredientes para ofrecer una experiencia que nunca antes habías disfrutado dentro de una sala de cine.
Párrafo aparte para la música emotiva y estimulante que Steven Price nos regala en dosis cada vez más efectivas a medida que avanza el relato, hasta llegar al punto de atravesarnos por completo con una catarata de emociones inigualable.
De más esta hablar del uso del 3-D que define también por completo a esta película, la cual carece de sentido al no ser vista en este formato.
Cuarón en tan solo 90 minutos nos regala las dosis necesarias de suspenso, acción y drama para que lograr un viaje inolvidable. Una verdadera experiencia que cuenta con dos grandes aliados: El guión y las actuaciones de Sandra Bullock y George Clooney.
Bullock y Clooney cumplen con la enorme responsabilidad de transmitir de forma idónea todo lo trascendental que puede resultar la experiencia de viajar al espacio, agregándole tremendas cuotas de emoción.
Como espectadores nos encontramos no solo con el mejor trabajo de una actriz que marcó por completo a una generación sino también con un ejemplo más de la enorme jerarquía que tiene el único actor moderno que puede convencerte plenamente que es otra persona.
Tanto Sandra Bullock como George Clooney son piedras angulares que sostienen toda la inmensidad que intenta transmitir Cuarón con este proyecto que justifica su visionado por su ambicioso guión.
“Gravedad” tiene un disparador a priori: la odisea de un grupo de astronautas que queda varado en la inmensidad del espacio luego de un accidente. Sin embargo, pese a esa sencillez, nunca habíamos visto una propuesta de estas magnitudes, ya que las cuotas de suspenso (de ese que no te deja sacar los ojos de la pantalla en ningún momento), acción (de aquella que solo los grandes realizadores pueden ofrecer y que puede consistir en algo tan simple como desajustar un cable en poco tiempo) y un componente dramático que la atraviesa por completo, la convierten en una película de lucha personal por la supervivencia que alcanza limites increíbles y apabullantes.
El realizador mexicano no intenta contarnos una historia de supervivencia del hombre frente a la naturaleza ni frente a otras amenazas de la vida actual cotidiana (que pueden ser inesperadas o no), sino, que al contrario, se encarga de poner al hombre frente a la inmensidad, lo infinito, lo desconocido y lo que todavía no podemos racionalizar después de miles de años de vida originada precisamente en ese lugar: el espacio.
Podes ver “Gravedad” como una enorme experiencia dentro del cine o como una película de supervivencia humana en un contexto desfavorable. De ambas formas te vas a encontrar con una propuesta que nunca antes habías visto.
Imposible dejar de interpretar en el más reciente trabajo de Cuarón su opinión de cómo los hombres tratan de llevar consigo mismo la mayor de las responsabilidades y única e inevitable realidad: la muerte.
El fin de la vida es, al igual que el espacio, algo inmenso e irracional que nos provoca temor y nos genera muchísimas dudas existenciales. El mayor de estos interrogantes, seguramente encuentre respuesta cuando aceptemos lo desconocido, lo inmenso y el miedo como parte de un viaje que, aunque este lleno de sorpresas, tiene un único e inevitable desenlace.
Nunca vimos una película tan grande como “Gravedad”.
Calificación:
Trailer:
ramos.facundo@revistatoma5.com.ar
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