El 17 de junio se estrenó la cuarta temporada de “Orange is the New Black”, con sus 13 episodios. Para quienes todavía no la terminaron de ver no sigan leyendo, porque este artículo contiene spoilers.
Las primeras dos temporadas de “Orange is the New Black” se caracterizaron por ser muy buenas. Su originalidad, el elenco coral con sus historias personales atractivas, las situaciones dramáticas, las escenas graciosas; todos estos elementos hicieron dos entregas muy completas.
Sin embargo, el nivel de la tercera temporada bajó un poco. Esto no quiere decir que todos los componentes anteriormente mencionados dejaron de estar, sino que se convirtieron en un poco más de lo mismo.
La prisión es una locación pequeña y acotada, generando la idea de qué más les podía ocurrir a estos personajes. Es por eso que algunas situaciones se tornaron un poco forzadas, se sintió como el hecho de tener que inventar algo seductor para el público.
Pero con el estreno de la cuarta temporada, “Orange is the New Black” rompió todos los moldes y superó sus propios límites.
Sabíamos que con la incorporación de nuevos personajes se generarían también nuevas situaciones, el aire fresco a la serie.
Pero no fue solo eso: esta temporada se convirtió en una de las mejores de la serie. “Orange is the New Black” se animó a mostrar con total libertad la violencia carcelaria, el abuso de la autoridad, las malas prácticas y el encubrimiento de los guardias, y la solidaridad y camaradería de las presas, a la hora de pelear por un bien mayor, a pesar de las diferencias.
Incluso fue más allá. Y cuando hablamos de cruzar sus propios límites, nos referimos a matar a uno de los personajes protagónicos. Si bien en otras temporadas se deshicieron de algunos de ellos, siempre fueron personajes menores, que podías querer más o menos pero su desaparición no cambiaba mucho el transcurso de la historia.
En cambio, en este caso esta decisión sí significaba algo más poderoso dentro del argumento. No solo era un personaje importante, sino también carismático y querido por el público.
Esta temporada fue por más y supo cautivar al público no solo desde la historia sino también desde las emociones: nos generó angustia, bronca, indignación; nos involucró en la vida de las presas.
“Orange is the New Black” se reinventó de una forma maravillosa y nos demostró que todavía quedan muchas más historias por profundizar y es por eso que esperamos la próxima temporada con mucha ansiedad.
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