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Requiem para un personaje

Requiem para un personaje

No leas si no estás al día con The Good Wife. En serio. De verdad. Última oportunidad. No digas que no te avisamos.

Murió uno de mis personajes favoritos en una de mis series favoritas.

Murió un ser imaginario, que no existe, que no tiene entidad más que en los guiones y en la mente los televidentes pero que, aún no existiendo, se ha sabido ganar el respeto, la admiración y hasta el amor de muchos.

Murió Will.

Primero no quise creerlo, la noticia me llegó en forma de spoiler. Un sucio spoiler que leí en Facebook a las 2 de la mañana cuando volví de un cumpleaños. Tengo muchos amigos que miran series y sigo a muchas arrobas oficiales y no oficiales, así que era casi imposible no enterarse. Nadie hablaba de otra cosa. Un baldazo de agua fría. Era tan joven…

Me llamó la atención porque The Good Wife no es una serie que use el recurso de la muerte de un personaje principal como algo maniqueo. Esto no es Grey’s Anatomy, no es The Walking Dead. Esto es The Good Wife, la serie más elegante que existe. Por ahí era una broma anticipada de April’s Fools o como sea que le dicen al Día del inocente en USA.

No. No era mentira. Era muy verdad. Will estaba muerto. Will estaba muerto y a manos del hijo de Nancy Botwin.

No había más que ver el episodio. Dilaté el momento, no quería encontrarme con la triste verdad. Ya me habían adelantado que era una muerte perfecta, que encajaba como un guante con la trama del episodio. No me alcanzaba. Tuve que armarme de coraje, valor y mucha Coca Cola para ser capaz de verlo, de soportarlo. Porque uno no mira sus series preferidas como quien mira llover. Hay expectativas, ganas, un ritual previo que es casi seductor. Dame tu historia, yo te doy mi tiempo. Un trato justo.

Ahora que lo pienso, tal vez soy un poco adicta a que me cuenten historias. Leer, ver series, películas, escuchar radio, todas son formas de conocer a otros que han vivido experiencias de vida diametralmente opuestas a las mías, o tan parecidas que da miedo. Ya sean reales o inventadas, las historias ya son parte de mí, corren por dentro y es difícil dejarlas salir una vez que se hacen carne.

Will no era un personaje más. Will es (era, porque está muerto) Josh Charles. Josh Charles supo ser Knox Overstreet en La sociedad de los poetas muertos. La vi 20 mil veces y las 20 mil me enamoré de un personaje diferente. Todas esa veces lloré a Neil, el pobre chico que quería ser actor y no podía por el mandato paterno.  Mi copia de la colección de la revista Caras se cortó de tanto play y rewind. Desde entonces medio que amo a Josh.

Hay algo que se rompe en uno cuando un personaje muere de manera inesperada. No hablo de la muerte en el final de la serie, porque ahí se termina todo y adiós mundo imaginario completo. Me refiero a que, cuando un personaje muere, es imposible que vuelva. No es que se fue de gira por el mundo, se mudó a otra ciudad, que decidió unirse a una secta en la que todos visten de violeta y no deja utilizar Internet. El mundo ficcional que giraba a su alrededor lo seguirá haciendo, los televidentes seguiremos mirando, pero habrá una ausencia, un hueco imposible de llenar con nuevos personajes. Me encanta el Louis Canning de Michael J. Fox, pero como bien le dice alguien en los avances de lo que se viene, no es Will ni lo será.

Pensaba que esta etapa de llorar personajes había llegado a su cúspide en 2011, cuando Baelor, el 1×09 de Game of Thrones. Esa fue la última gran muerte televisiva en mi haber. No podía creer que Ned Stark, el tipo del poster, de la cubierta de los libros fuera achura. Sí sí, Sean Bean es un spoiler caminante y todo eso, pero no lo pensé posible, no lo creí posible. Pero era.  Y así como Ned Stark, murieron otros, pero ninguno tan significativo al día de hoy como fue Will Gardner.

He defendido a Will ante adversarios duros y respetable que lo acusaron de trucho, sucio, aprovechador y malandrín. Odié que Alicia eligiera quedarse con el marido y no con él. Will era la apuesta no segura, era arrojarse al abismo sin paracaídas y volver a ser mujer luego de ser madre. Alicia no se animó y a Will se lo llevó la parca.  A ese Will que la seguía mirando con amor, aún después de una gran traición (que no fue tal, pero sí en su corazón). Y ahora ese amor ya no está. ¿Qué vas a hacer Alicia, sin la persona que te devolvió a la vida, que te demostró que se puede prender fuego con cenizas del pasado?

Will ya no está. Y aunque se haya ido porque Josh quería enfrentar nuevos horizontes, lo extrañaré y volveré a llorarlo cuando revea el episodio. Porque se fue un gran personaje de una gran serie, de esas que te respetan como espectador y sabe qué hace y por qué lo está haciendo. Porque eso tienen las buenas historias: te dan y te quitan en la medida justa, pero siempre querés un poquito más.

Por Leticia Bellini

bellini.leticia@revistatoma5.com.ar

 

 

 

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Sebastián Espíndola

Director y editor de @RevistaToma5. Vanguardista de casi nada, pero consumidor de casi todos. De chico quería ser detective privado.