Últimas

Top 5: por qué no ver Black Box

Top 5: por qué no ver Black Box

1- La protagonista. El personaje de la doctora Catherine Black (una espantosamente obvia Kelly Reilly) es una colección de clichés y lugares comunes que da vergüenza ajena. Combina elementos de House, Perception  y Mental. De House toma mucho, ya que todo médico televisivo protagonista que se precie debe tener algo de la criatura de Hugh Laurie, porque si funcionó una vez, seguro que dos y tres también. De la serie protagonizada por Eric McCormack roba la enfermedad mental del personaje principal (el doctor Daniel Pierce es esquizofrénico, ella es bipolar). De Mental, retoma la audacia impostada del doctor Jack Gallagher de Chris Vance que tenía una hermana esquizo. Un patchwork de médicos de los últimos 10 años de la tele, bah.

La doctora Black trabaja en una clínica de esas super exclusivas que se dedican al tratamiento y la investigación de todo lo que está del cuello para arriba. El Cubo es una institución abierta y que cuenta con los mejores profesionales del mundo (el mundo, por supuesto, circunscripto a la parte de los Estados Unidos). Pero ¡ay, pobre! Tiene que ocultar a sus colegas que tiene ese problemita mental, porque no está bien visto tratar pacientes si no estás bien de la cabeza. Y mentirle a tus compañeros. Y a tu novio. Y a tu hermano y a tu sobrina que en realidad es tu hija.

Kelly es hermosa, muy bonita, pero a la hora de actuar es un gruyere. Y no la perdonamos aún cuando nos recuerde a una Frances Conroy joven.

2- El triángulo amoroso. La doctora Black no quiere compromiso y su novio Will, chef canchero, sí. Abrumada por la proposición de casamiento, la buena de Black se va a un congreso, deja de tomar los medicamentos que la mantienen a raya y es infiel. Vuelve, se pelea con el novio, oootra vez deja de tomar la medicación y vuelve a ser infiel, esta vez con un compañero de la clínica que es un dios de la cirugía cerebral. El doctor Birkman, el tercero en discordia, es una cruza perfecta entre McDreamy y McSteamy de Grey’s Anatomy, pero mucho peor actor y con cero carisma (Ditch Davey, se nota que conseguís papeles por ser medianamente atractivo).

El novio de Catherine es tan plano, tan unidimensional que ni bien ella le cuenta que es bipolar, sale corriendo. Ella le dice que duda del compromiso y sale corriendo. Le cuenta que le metió los cuernos, sale corriendo. Siempre vuelve, pasada de factura y venganza mediante. En 4 episodio esto se repitió como 4 veces. En serio, no les miento.

3- El cliché de la locura glamourizada. ¿Cuántas veces más vamos a tener que ver que los genios son así, locos, exagerados, con estilo? Basta de mostrar la enfermedad mental como algo copado, por favor. No todos los bipolares son geniales y ven la música como si fuera de colores ni tienen sexo en hoteles de lujo con tipos muy sexies. Ni se visten con ropa de diseñador. Ni son John Nash a la espera del Nobel que está por caer. Ese primer episodio en el que Catherine explica que muchos genios de las artes (los de siempre: Sylvia Plath, Van Gogh) sufrieron de enfermedades mentales no hace más que reforzar la idea que para ser genial hay que tener problemitas, cuando lo cierto es que para ser creativo no hace falta más que estimular la imaginación todos los días.

Y Cat, para loquilla que escucha jazz ya teníamos el cupo cubierto con Carrie de Homeland.

4- Los casos. Todos los casos que vemos en Black Box ya los vimos antes. Más que nada en House y Grey’s Anatomy. Si alguien tiene ganas de aventurarse en esta serie, va a poder deducir qué es lo que tiene cada paciente a menos de 10 minutos de presentado el cuadro. Ya tenemos la cabeza entrenada para pensar como médicos de series. Sorprendan, arriesguen, no dejen todo masticado.

5- La única buena actriz tiene un papel espantoso. Cuando vi a Laura Fraser (Lydia Rodarte-Quayle de Breaking Bad) me alegré. Pensé que por fin habría alguien que diera un poco de vuelo a todo este argumento tan chato. Por supuesto, me la puse contra la pared. La actriz está muy bien, pero el personajes es básico. Ella es la esposa del hermano de Catherine, ambos se hicieron cargo de la hija de la doctora, que quedó embarazada de adolescente. ¿Vieron? Ni del dramón de telenovela de las tres  de la tarde se corre esta historia. La chica es muy inteligente y creativa, preciosa y su madre vive celosa de la relación que existe entre sobrina y tía. Que en realidad son madre e hija pero ¿cómo va a saberlo la hija, siendo que tiene el potencial de ser bipolar? Como si la mentira evitara los resultados de la genética.

Por Leticia Bellini

bellini.leticia@revistatoma5.com.ar

Comentarios

Tags:
Sebastián Espíndola

Director y editor de @RevistaToma5. Vanguardista de casi nada, pero consumidor de casi todos. De chico quería ser detective privado.