Siguiendo la línea de casas malditas que hostigan a sus habitantes, el cine venezolano nos recuerda, gracias a la opera prima de un joven realizador, todo lo que el género del terror puede y debe provocar en el espectador.
Una madre desesperada, sus dos pequeños hijos y un esposo de pocas palabras y crudo accionar son las piezas que el director Alejandro Hidalgo coloca hábilmente en el tablero (una sombría casa ubicada en un apacible vecindario) para hacernos participes de un juego que obedece reglas cambiantes y combina buenos sustos con dosis de drama y muchos giros imprevistos.
De menor a mayor la propuesta de Helgado nos sumerge en la cotidianeidad de una familia humilde que de pronto se ve acechada por una extraña presencia con intenciones desconocidas dentro de su vivienda. No obstante, la utilización de saltos en el tiempo (un recurso siempre efectivo dentro del cine) mantiene en vilo al espectador desde el minuto cero y lo posiciona en el lugar idóneo para percibir los miedos y experimentar las emociones que la película se esmera en transmitir.
No es una tarea para nada sencilla asustar al público, como así tampoco lo es traspasar la pantalla con emociones que atraviesen a la audiencia. Sin embargo, Helgado lo logra casi sin complicaciones gracias al cuidadoso manejo de todos los elementos que introduce en su relato, entre los que se destacan los intensos climas dignos del mejor cine de suspenso y los pocos y sutiles golpes emocionales que presenta la trama.
El peso del film cae en los hombros de la reconocida actriz venezolana Rudy Rodríguez, quien sale victoriosa de la difícil tarea de interpretar a un mismo personaje en dos etapas muy opuestas de su vida (gracias a un excelente trabajo de maquillaje del argentino Alex Mathews) y además logra una química perfecta con los dos jóvenes protagonistas que la acompañan en la difícil tarea de sostener el film.
Precisamente ahí, en el trabajo de los niños Rosmel Bustamente y Héctor Mercado, se encuentra la clave de Helgado para erigir a “La casa del fin de los tiempos” como una propuesta de altísimo impacto debido a que cumple con creces el difícil objetivo que se propone desde un principio: involucrar al espectador en la historia que cuenta para convertirla en mucho más que un film de terror.
Alejandro Hidalgo se presenta con una ópera prima que, lejos de significar una promesa, representa una realidad más que placentera para los amantes del cine de género: Latinoamérica puede estar a la vanguardia ofreciendo exponentes del mejor cine de terror visto en mucho tiempo.
En definitiva, “La casa del fin de los tiempos” es una película de visión obligada para todos aquellos que ven a “El Conjuro”, “Los Otros”, “El Espinazo del diablo” y “El Resplandor” como grandes representantes de un estilo de cine poco habitual no solo para el género de terror sino también para la pantalla grande.
Calificación: 
Trailer:
ramos.facundo@revistatoma5.com.ar
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